viernes, 1 de agosto de 2008

how they met themselves



How They Met Themselves, c.1850/60
Dante Charles Gabriel Rossetti


Una noche, el poeta Swinburne fue a comer a casa de los Rossetti. Comieron juntos. Después de la cena, Rossetti dijo que él tenía que ir a dictar su clase en el colegio para obreros fundado por Ruskin, y lo invitó a Swinburne a acompañarlo. Swinburne y Rossetti se despidieron de la señora Rossetti y, una vez doblada la esquina, Rossetti le dijo a Swinburne que él no tenía clase esa noche, que él iba a visitar al “elefante”. Y Swinburne comprendió perfectamente, y los dos hombres se despidieron. Swinburne, por lo demás, ya conocía eso de Rossetti y no se asombró mayormente. Rossetti se quedó hasta muy tarde en casa del “elefante”, digamos –he olvidado su nombre. Y cuando volvió, encontró que su casa estaba a oscuras, que su mujer había muerto. Había muerto porque había ingerido una dosis excesiva de cloral, que ella solía tomar contra el insomnio. Rossetti comprendió inmediatamente que ella sabía toda la historia y se había suicidado.

La entierran al día siguiente, y Rossetti aprovecha un momento de descuido de sus amigos para dejar sobre el pecho de la muerta un cuaderno manuscrito, el cuaderno de los sonetos que se reunirían después bajo el título de The House of Life, “La casa de la vida”. Sin duda, Rossetti pensó cometer así un acto de expiación. Rossetti pensó que ya que él era en cierto modo el culpable de su muerte, el asesino de su mujer, no podía hacer otra cosa mejor que sacrificarle su obra.

A los tres o cuatro años de la muerte de su mujer, sus amigos se reunieron para conversar con Rossetti: le dijeron que él había ejecutado un sacrificio inútil, que a su propia mujer no podía agradarle el hecho de que él hubiera renunciado deliberadamente a la fama, quizás a la gloria que le traería la publicación de ese manuscrito. Entonces Rossetti, que no conservaba copia de sus versos, cedió. Y después de algunos trámites no muy agradables, logró permiso para exhumar el manuscrito que él había puesto sobre el pecho de su mujer. Naturalmente, Rossetti no asistió a esa escena digna de Poe. Rossetti se quedó solo en una taberna, emborrachándose. Y mientras tanto los amigos exhumaron el cadáver y lograron –no era fácil porque las manos estaban rígidas y cruzadas–, pero lograron salvar el manuscrito. Y el manuscrito tenía manchas blancas de la putrefacción del cuerpo, de la muerte, y ese manuscrito se publicó y determinó la gloria de Rossetti.

Me olvidé de decir que la luna de miel la había pasado Rossetti en París, con su mujer, y que ahí pintó un cuadro muy extraño, dado lo que ocurriría después, y dado el carácter supersticioso de Rossetti. La tela, que no tiene –me parece– mayores méritos pictóricos, y que está en la Tate Gallery o en el British Museum, no recuerdo, se titula “How they met themselves”, “Cómo se encontraron consigo mismos”. No sé si ustedes saben que hay una superstición que se ha dado en muchos países del mundo, la superstición del doble. En alemán el doble se llama Doppelgänger, viene a ser el doble que camina a nuestro lado. Pero en Escocia, donde la superstición perdura todavía, se llama al doble “fetch”, porque fetch en inglés es “buscar”, y se entiende que si un hombre se encuentra consigo mismo, eso es el indicio de la próxima muerte. Es decir, esa aparición del doble viene a buscarlo. Ahora, en ese cuadro de Rossetti se trata, no de un individuo que se encuentra consigo mismo, sino de una pareja de amantes que se encuentran consigo mismos en el crepúsculo de un bosque, y uno de los amantes es Rossetti y el otro es su mujer. Ahora, nunca sabremos por qué Rossetti pintó ese cuadro. Puede haber pensado que pintándolo alejaba la posibilidad de que le ocurriera, y también podemos conjeturar –aunque no haya ninguna carta de Rossetti que lo certifique– que realmente Rossetti y su mujer se encontraron consigo mismos, digamos, en Fontainebleau, o en cualquier otro lugar de Francia. Los hebreos tienen también esa superstición, la de encontrarse con un doble. Pero para ellos, el hecho de que un hombre se haya encontrado consigo mismo no significa su próxima muerte, significa que ha llegado al estado profético. Hay una leyenda talmúdica de tres hombres que salieron en busca de Dios. Uno se volvió loco, el otro murió y el tercero se encontró consigo mismo.


Jorge Luis Borges, Borges, profesor. Curso de literatura inglesa [en la Universidad de Buenos Aires, 1966], Emecé Editores.


Sudden Light


I have been here before,
But when or how I cannot tell:
I know the grass beyond the door,
The sweet keen smell,
The sighing sound, the lights around the shore.

You have been mine before, —
How long ago I may not know:
But just when at that swallow’s soar
Your neck turned so,
Some veil did fall, — I knew it all of yore.

Has this been thus before?
And shall not thus time’s eddying flight
Still with our lives our love restore
In death’s despite,
And day and night yield one delight once more?


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