viernes, 23 de abril de 2021

la isla del tesoro


 




A

Lloyd Osbourne,

caballero estadounidense,

conforme a cuyos gustos clásicos

se ha ideado la presente narración,

ahora, a cambio de tantas horas deliciosas,

y con los mejores deseos, se la dedica

su querido amigo,

 

EL AUTOR

 

AL COMPRADOR INDECISO

Si los cuentos de marinos, al son de marinos cantos,

con tomentas y aventuras, y también con mares cálidos,

con goletas y con islas, piratas abandonados,

con algunos bucaneros, y también oro enterrado,

y si todos los romances, al modo antiguo contados,

exactamente igual que antes,

agradan cual me agradaron

a los jóvenes de hoy día

que son aún más avispados,

adelante, ¡ya empecemos!

Si no es así y el muchacho

tan estudioso de hoy día

ese apetito ha olvidado,

y olvidado también ha

a Kingston y a Ballantyne el bravo,

y a Cooper, el de bosques y el de barcos,

¡adelante, también! Y yo entonces,

con mis piratas cansados,

iré tranquilo a la tumba

do yacen con sus pecados.

 

Robert Louis Stevenson, La isla del tesoro

Alianza Editorial, Madrid, 1980

Traducción de Fernando Santos Fontenla  

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